El Rito de Emulación es un rito aparentemente sencillo, primordial y sujeto a lo esencial. A través de la memorización de las palabras rituales, de los movimientos y deambulaciones en la Logia, del conocimiento de los símbolos estáticos, el miembro de una Logia de Emulación irá adquiriendo paulatinamente los significados latentes que se ocultan en los símbolos manifestados en el Taller o Templo masónico. Como dice la página de la Gran Logia de España:
“El Rito de Emulación es un rito que quiere ser sencillo, puro, basado únicamente en la simbología del arte de los constructores, desprovisto de añadidos y artificios.
El hermano iniciado en el Rito de Emulación se caracteriza por un especial apego al conocimiento y dominio del propio Ritual, dado que es éste el que dibuja el marco y contenido de las Tenidas. Se puede definir este Rito como intimista ya que es a través de la práctica y el estudio del Ritual que el Iniciado incorpora y reflexiona sobre los muchos mensajes contenidos en los textos de apertura y cierre de los «Trabajos» de la Logia, así como en los textos correspondientes a las ceremonias de iniciación, pase el segundo grado de Compañero y elevación al tercer grado de Maestro.
El Rito de Emulación traza un camino a practicar, en un principio y aparentemente, sin la ayuda exterior del análisis y explicaciones provenientes de los demás hermanos. Hay que vivir el Ritual y las Tenidas. El trabajo masónico se representa como un psicodrama que deja una profunda huella en la mente y corazón del hermano, siempre que esté receptivo. A veces puede resultar desconcertante o difícil este camino para el hermano que espera obtener explicaciones de los más antiguos, al considerarlos más experimentados. Se le puede ayudar a identificar una parte de los «Landmarks» (los Antiguos Deberes, Usos y Costumbres) que deberá mantener, pero el camino es individual y personal, lo cual exige un esfuerzo introspectivo y de autocrítica intimista a los masones que practican el Rito de Emulación.
La progresión de Aprendiz a Maestro se funda en la comprensión, en el silencio interior y en el conocimiento profundo de las herramientas del grado. El acento se pone en el trabajo personal de la piedra bruta, símbolo del compromiso moral y su perfeccionamiento.
A diferencia de otros Ritos, no todo el trabajo masónico se realiza exclusivamente durante la Tenida. En el Rito de Emulación cobra una excepcional importancia el ágape fraternal que sigue a la Tenida Abierta y que, de hecho, no concluye hasta que se celebra el último brindis o «Brindis del Retejador». El ágape, forma parte de la Tenida y por lo tanto tiene sus propias reglas. Su marco exterior son los brindis y el orden establecido del uso de la palabra de cada hermano. El marco interior lo conforman las palabras que aquel pronuncia, bajo la dirección del Director de Ceremonias y de acuerdo con el Venerable Maestro. Durante el ágape, todo miembro de la Logia puede y debe aportar opiniones y reflexiones susceptibles de enriquecer a los demás. No hay indicaciones previas sobre los temas de los «Trabajos» en el ágape, pero pueden significar, bien llevados, una gran ayuda para orientar a los Hermanos en el camino de ser un buen masón.”
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HISTORIA Y ESENCIA DEL RITO DE EMULACION
La masonería moderna surgió en 1717, cuando cuatro logias de Londres y Westminster se federaron en una Gran Logia de Londres con el objetivo de salvar la masonería medieval, de corte operativo. Con esta fusión nació el concepto de Obediencia masónica y el paso paulatino de lo operativo a lo simbólico. Algunos años más tarde, en 1723, aparecieron las llamadas Constituciones de Anderson, que pueden considerarse como la carta fundacional de la Masonería universal. En su primer artículo se planteaba como exigencia principal de la masonería tradicional el no ser ateo, es decir, creer en una trascendencia respecto de lo puramente material, lo que muchos llamarían Dios.
Algunos masones, encabezados por el irlandés Laurence Dermott pensaron en 1751 que la Gran Logia nacida casi cuarenta años antes había alterado el sentido profundo de los rituales que se habían desarrollado a través de los siglos. Estos francmasones se llamaron a sí mismos ‘antiguos’ y calificarán a sus predecesores de ‘modernos’. La querella entre los antiguos y los modernos no acabó hasta el año 1813, cuando terminaron reconciliándose. Fruto de ese arreglo, sancionado por la famosa Act of Union, fue el nacimiento de la Gran Logia Unida de Inglaterra.
La reconciliación fue efecto de diferentes concesiones mutuas entre los antiguos y los modernos, aunque muchos masonólogos consideran que al final los modernos prevalecieron sobre los antiguos. Sin embargo, la declaración preliminar de la Act of Union estipula que en lo sucesivo “queda declarado que la pura y antigua masonería consiste en tres grados y no más, que son los del Aprendiz entrado, Compañero y Maestro masón, incluyendo la Suprema Orden del Arco Real.” La inclusión del Arco Real es mérito de los antiguos, que sostenían la práctica de este rito aunque no eran conscientes de la alta inspiración mística del mismo. En esta época habían proliferado una multitud de grados masónicos por todos los territorios en donde se practicaba la masonería. El que la declaración preliminar del Acta de la Unión propusiera al Arco Real como el único grado que entroncaba históricamente con la masonería de tradición casa perfectamente con el espíritu más simplificador de los antiguos, que preferían una francmasonería más esencial.
Fue en este contexto en el que vio a luz el llamado Rito Inglés de Reconciliación. Fue auspiciado por la Logia de Reconciliación, que velaba por “la promulgación y la prescripción del sistema en su pureza y sin alteración del ritual y de la ceremonia”. El nombre del Rito y el canon definitivo surgió cuando en 1823 se creó la Emulation Lodge of Improvement. El Rito de Emulación está por tanto relacionado con la masonería que se practica en la gran mayoría de las logias inglesas.
Las ceremonias masónicas habían cambiado mucho en el siglo XVIII. En Inglaterra hubo numerosas superposiciones ritualísticas sobre el fondo original. En la Europa continental hubo agregaciones más sustanciales, que tuvieron como consecuencia matices diferenciadores de suma importancia. El espíritu caballeresco del Rito Escocés Rectificado, o las aportaciones herméticas y alquímicas en el seno del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, son los ejemplos más reconocibles. De todo ello se deduce que el ritual original sólo podía sobrevivir en una pureza más bien relativa y que ésta había de residir en el simbolismo extraído del arte de la construcción. Es este conjunto de símbolos el más puramente original, y a la exclusiva simbología constructiva es a la que se remite el Rito de Emulación. Desde este punto de vista el Rito de Emulación permanece como uno de los más puros, pues es uno de los más fieles al ritual original. Es por ello que, a pesar de que se fijó de forma definitiva en 1823, se pueda afirmar que es un rito de los antiguos o, por lo menos, muy cercano a los antiguos. De hecho, aunque es un rito en el sentido de lo que el diccionario define con esa palabra, no lo es exactamente. Dada su imbricación con la forma originaria de realizar los trabajos masónicos, circunscripta a los tres grados más el del Aro Real, es más bien una forma estándar y sintética de hacer masonería según uso inmemoriales. No quiere ser superior en el plano de las enseñanzas morales o fraternales ni en el del trabajo ritual, pero destaca como una de las formas más originarias de la masonería moderna. Como dicen nuestros Hermanos ingleses, es un working.
Si Emulación es estructuralmente y operativamente un rito antiguo, ello no quiere decir que lo sea en toda su puridad. Las Constituciones de Anderson, de 1723, se publicaron en un clima religioso y político bastante convulso. Precisamente, uno de los rasgos que caracterizan a las Constituciones es la de considerar a la Logia masónica como el Centro de Unión; por ello, la masonería ha de tomar precauciones para que no surjan divisiones por razones políticas o religiosas. La masonería medieval era de inspiración cristiana, y el cristianismo en la Europa occidental era católico. Sin embargo, en el siglo XVIII el cristianismo ha roto su unidad y no sólo existe el cristianismo católico romano, sino que en el seno de la reforma protestante hay luteranos, anglicanos, presbiteranos, etc. Por esta razón, todas las señales cristianas han sido cuidadosamente eliminadas del ritual, hasta el punto en que el rito de Emulación es uno de los más descristianizados de los sistemas masónicos. Pero esto no sólo no es un obstáculo para que cada miembro pueda seguir con sus convicciones religiosas, sino que les permite hacerlo dentro del más puro respeto por las creencias religiosas ajenas. Esta idea de respeto por las convicciones religiosas y políticas lleva la marca de los modernos.
Si Emulación se caracteriza, según hemos visto, por el espíritu antiguo en su forma de trabajar y en su naturaleza como rito, y también por el espíritu moderno en lo relativo al respeto en las creencias de sus miembros y en la consecuente descristianización, podemos tener en cuenta otra peculiaridad propia que tiene que ver con el simbolismo constructivo. En este sentido vale la pena contemplar el working de Emulación como un rito operativo. En líneas generales existen dos tipos de ritos, aquéllos que se caracterizan por un trabajo de análisis y aquéllos que son intuitivos o meditativos. En los primeros, además del trabajo ceremonial, sus miembros han de llevar a cabo investigaciones (‘planchas’) sobre el simbolismo que tienen que ser leídas y evaluadas en las reuniones masónicas. Estas planchas son muy importantes en el grado de Aprendiz o en el de Compañero. El Rito Escocés Antiguo y Aceptado, el Rito Francés y el Rito Escocés Rectificado son ritos en los que este tipo de trabajos son esenciales.
El Rito de Emulación -como el de York o el Escocés Estándar- es un rito de estilo intuitivo o meditativo. Los miembros no están obligados a realizar estas investigaciones, pero no están prohibidas las planchas. En todo caso, serían algo más propio de los maestros, que son los encargados de las lecciones. Pero lo importante de estos ritos intuitivos es que extraen sus referencias y obtienen su simbolismo del arte de la construcción. La primera consecuencia de esta herencia arcaica es que la transmisión oral se convierte en el centro de los trabajos; por ello, el masón de Emulación nunca habrá de cesar el aprendizaje del texto íntegro y los gestos de las ceremonias en cada grado.
Esta práctica memorística entronca directamente con la tradición operativa. Antes de que se escribieran los rituales, los masones operativos tenían que ser muy discretos. Escribir o dibujar lo propio del oficio era violar los secretos del mismo. Por esta razón habían de mantener las técnicas y los signos de reconocimiento lejos de quienes no los merecían garantizaban la protección de sus privilegios y la salvaguarda del oficio. Aunque hoy están impresos los rituales y los secretos constructivos no son ya tales, no ha cambiado la potencia iniciática de los mismos. La memorización ha devenido en uno de los caminos de la sacralización del trabajo en Logia. Al mismo tiempo, aprender de memoria el ritual sirve al masón para asimilarlo y cuanto más lo asimila más lo descubre, y cuanto más lo descubre más se inicia.
Puede parecer pueril que hombres maduros y racionales se reúnan para practicar el arte de la recitación. Pero si entendemos que la francmasonería moderna no construye otra cosa que el corazón de sus miembros, no resulta ingenua esta práctica. Los métodos que antaño servían para aprender y realizar el oficio de constructor sirven ahora para construirse a sí mismos. Los masones operativos de antaño se acercaron a la perfección en su época; los operativos modernos que trabajan con símbolos intentan acercarse a la perfección a través de la restitución del ritual. La Logia representa el cosmos y la perfección puesta en él. La inmensidad cósmica, que puede originar en el hombre un irreprimible sufrimiento, permite el consuelo de representar por defecto esta perfección e incluso le puede permitir escoger los caminos que lo lleven a entender que las empresas más modestas son también las más autorizadas.
Entonces, inspirándose en la noble simplicidad de los gestos de nuestros antiguos Compañeros, se sacrificará al aprendizaje incesante de su ritual.
Confrontado en principio a la rebelión de su memoria, descubrirá enseguida a su razón viniendo a prestarle ayuda y acabará en un estado particular de integración y de gracia. La humildad del propósito, la sabiduría de una empresa desnuda de presunción y la imitación de los métodos que hicieron grandes a los antiguos, abrirán las ventanas de su corazón a la inefable fisionomía.
Este es pues el método que ha dado al rito de Emulación su cariz operativo, tanto como la antigüedad de su inspiración. Dado como el arquetipo de una plancha de trazo ideal, el ritual no sufre al ser interpretado; solo hace falta asimilarlo: “Un sistema peculiar de moral, bajo el velo de alegorías y enseñado por símbolos”, el aprendizaje constante y asiduo liberará las facultades meditativas del adepto, permitiéndole desvelar el sentido de los símbolos por la vía de su intuición.
El método asimilativo está lejos de todo intelectualismo superfluo. Los masones del rito de Emulación no vienen a la Logia a tallar la piedra, sino para verificar que ellos se han tallado bien a sí mismos todo el tiempo que han estado en el exterior del Templo. Y cuando resuene la hora de abrir los trabajos simbólicos, entrarán en la Logia. Y entrarán bajo el nivel de la igualdad y las piedras se ajustarán en la armonía que sanciona el trabajo bien preparado.
Más tarde, concluida el ceremonial, los Hermanos se reunirán alrededor del Venerable Maestro y compartirán un frugal ágape en el que beberán vino en honor de las autoridades masónicas que dirigen la Orden y de las autoridades civiles que la protegen.
(Extraído de la GLNF)